¿Sabes qué significa exactamente economía circular? Muchas son las empresas de la industria alimentaria que han hecho eco de los grandes problemas que se derivan de los residuos generados por su sector, así como de la reutilización del agua o de la recuperación de calores residuales. La mayoría han centrado sus campañas de comunicación en contar al consumidor cómo están haciendo frente a esta crisis de contaminación y cómo están “cerrando” el ciclo de vida de sus productos para que de una u otra forma los residuos y la correcta utilización de elementos claves para el medioambiente continúen aportando valor a la economía.
Pareciera que el mensaje es claro y que se trata de un cambio necesario. Sin embargo, la tarea que conlleva este cambio no es fácil, sobre todo para aquellas empresas con más años en el mercado, para aquellas que aún cuentan con desechos o residuos, que hacen aumentar la contaminación debido a la combinación de factores sociales, demográficos y económicos. Por ello es que, a medida que los procesos de producción se vuelven más complejos, es imperativo diseñar formas de recuperar estos elementos y materiales involucrados.
Y a la vez que la población mundial crece, una nueva revolución industrial se torna necesaria para preservar los recursos naturales y evitar que los productos tóxicos o no biodegradables se acumulen en los vertederos o se filtren al medio ambiente.
¿Cómo solucionar entonces este gran problema? Para las compañías nuevas este es un tema resuelto o bien, está integrado en su política empresarial. Pero para aquellas que llevan más de 10 o 20 años en el mercado, y cuyas inversiones ya fueron realizadas, el renovar todo un plan de sustentabilidad de golpe, no es factible. Necesitan del apoyo y la participación de muchos otros organismos involucrados en la cadena. Cada eslabón tiene que asumir su papel y entender que se trata de compartir responsabilidades:
- Educar al comprador en el uso y eliminación de los envases y /o residuos.
- Existencia de una correcta infraestructura de gestión de residuos.
- Políticas públicas centradas en “cero residuos prevenibles”, donde se fomente el uso de energías y materiales renovables.
- Una acción clara por parte de las empresas para cambiar la forma en que se diseñan y utilizan sus envases, cómo se bota la basura o bien como se gestiona el uso del agua.
Algunos expertos en la materia sugieren fijar 4 puntos clave a la hora de pensar en una política de gestión sustentable en una empresa que se dedica al rubro alimentario:
- Gestión del agua:Crear ciclos internos de recirculación y tratamiento de aguas de limpieza podría suponer la gran diferencia a nivel económico y por supuesto, del impacto que constituye la presencia de una factoría en cualquier medio.
- Recuperación de calores residuales:producción de biogás en instalaciones anexas que permitan crear redes de calor/frio para abastecer la propia factoría de climatización y otras necesidades energéticas concretas.
- Producción agraria más circular:reinserción de subproductos como alimentación de ganado o la producción autosuficiente y el autoconsumo en acuicultura.
- Packaging responsable:Envases biodegradables o compostables. El siguiente paso, será implementar un sistema controlado de devolución y retorno ventajoso para ambas partes, pero que motive económicamente al consumidor a contribuir en el último escalón de esta escalera necesaria, donde el resto de los actores (productor, fabricante, distribuidor) ya no tienen implicación.
Todas estas iniciativas pueden ser consideradas importantes dentro de la economía circular, pero se corre el riesgo de que, a base de calificar las iniciativas de mejora ambiental indiscriminadamente, se pierda de vista los aspectos necesarios para que la transición hacia la economía circular tenga éxito.