Este año ha sido el de los servicios de despacho a domicilio. Los delivery parece que se han tomado las grandes ciudades de Chile.
Las mochilas rojas de Rappi en las calles, las poleras grises de Cornershop en los supermercados y las motos de Uber Eats en las esquinas nos dan la idea que están en todas partes.
Si a esto le sumamos las constantes noticias que han generado estas empresas, pareciera que los restaurantes tiene el deber de afiliarse al menos a uno de estos servicios.
Pero la realidad, al menos de momento, parece ser otra.
Según cifras GFK, la penetración de este tipo de servicios es aún baja. Uber Eats lleva la delantera, con cerca de un 8% del mercado de los restaurantes dentro de su portafolio. Otras aplicaciones más abiertas en su concepto, como Rappi, concentra sólo el 3 % del mercado, y aún está por verse la cuota que logra Pedidos Ya después de la adquisición de la operación de Globo en Chile.
A su favor está el explosivo crecimiento de la categoría y que han logrado encantar no sólo al milennial, si no a gran parte de la generación X. Un estudio de la Pontificia Universidad Católica de Chile a través de su think tank Tren Digital muestra que los usuarios de este tipo de plataformas tiene entre 24 y 54 años.
Para algunos restaurantes aún esta por verse si la asociación con este tipo de plataformas colaborativas es rentable. Una columna de la periodista Laura Forman para The Wall Street Journal da cuenta del crecimiento de este tipo de plataformas en Estados Unidos, con algunas marcas que ya valen más que Domino’s Pizza, pero que esto no necesariamente se traduce en rentabilidad para los restaurantes.
La periodista afirma que muchos lugares han visto mermadas sus ganancias pese al gran aumento de las ventas a domicilio a través de estas aplicaciones.
Y para justificar este fenómeno, nombra problemas similares a los que se viven en el mercado local: arriendos cada vez más altos (sobre todo considerando que al menos Santiago es un lugar de guetos gastronómicos) y un costo laboral en aumento debido a una legislación cada vez más rígida.
Si sumamos estos factores, restar gente de las mesas debido al posibilidad de consumir en casa no parece la mejor idea.
Algunos dueños de restaurantes capitalinos entrevistados para este artículo (que pidieron reserva de su nombre) afirman que estas plataformas son efectivas, pero que han tenido que adaptar sus precios y carta para hacer rentable la operación, una estrategia que parece la más adecuada para afrontar el fee que las aplicaciones solicitan a los restaurantes.
Este es un mercado en expansión, que aún tiene mucho que demostrar para poder entender su real dimensión y, sobre todo, cuáles serán los actores que dominarán este atractivo mercado, considerando que gigantes como Google anunciaron hace poco su próxima entrada.
Aún está por verse quienes se quedarán con el mercado de la última milla.
por Darío Córdova – Editor 800.cl